La historia registrada de cada guerra suele incluir un relato de los primeros disparos y quién fue testigo de ellos. Cada relato proporciona un vistazo no solo al inicio de la guerra, sino también a la naturaleza de la era en la que vivía esa gente.
Los historiadores que hablan sobre los disparos de la Guerra Civil Estadounidense de 1861 suelen describir pistolas, cañones y barcos alrededor de un fuerte cerca de Charleston, Carolina del Sur.
Los eventos que llevaron al inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 siguieron a un ataque terrorista a plena luz del día en una calle de Sarajevo con granadas y una pistola para asesinar al archiduque del Impero Austro-Húngaro.
Los hechos acaecidos cerca de la frontera de Polonia 25 años más tarde no se aclararon hasta los juicios de Nuremberg. En 1939, las tropas de las SS Nazis, vestidas con uniformes polacos, escenificaron un ataque contra una estación de radio alemana. Adolf Hitler citó esos ataques como la justificación para la invasión relámpago que combinó tanques, aviones y tropas terrestres para arrasar las ciudades polacas y oprimir a la población civil.
Cada uno de estos incidentes proporciona un relato de la tecnología de la época, que tendría un papel fundamental en la guerra y las vidas de las personas que la sufrieron.
La guerra de Ucrania sigue este mismo patrón. Las fuerzas militares rusas cruzaron la frontera de Ucrania el 24 de febrero de 2022 con una combinación de tropas terrestres, tanques, aviación y misiles de crucero. Pero los primeros disparos se realizaron horas antes, cuando el calendario aún estaba en el 23 de febrero. Implicaron un ciberarma denominada "Foxblade", que se desplegó contra los PC en Ucrania. Al igual que sucede con la tecnología de nuestra época, las primeras personas en ver el ataque se encontraban a medio mundo de distancia, trabajando en Redmond, Washington, en los Estados Unidos.
Como con otros aspectos, esto captura la importancia de un vistazo conjunto a los primeros meses de la guerra en Ucrania, que han sido devastadores para el país en cuanto a la destrucción y la pérdida de vidas, incluidas las de civiles inocentes. Si bien nadie puede predecir cuánto durará esta guerra, ya queda claro que refleja una tendencia observada en otros conflictos importantes de los últimos dos siglos. Los países llevan a cabo guerras empleando la última tecnología, y las guerras en sí aceleran el cambio tecnológico. Por tanto, es importante la evaluación continua del impacto de la guerra en el desarrollo y uso de la tecnología.
La invasión rusa se basa en parte en una ciberestrategia que incluye al menos tres esfuerzos distintos y en ocasiones coordinados: ciberataques destructivos en Ucrania, penetración de redes y espionaje fuera de Ucrania, y operaciones de ciberinfluencia dirigidas a personas de todo el mundo. Este informe proporciona una actualización y análisis de cada una de estas áreas y la coordinación entre ellas. También ofrece ideas sobre cómo contrarrestar mejor estas amenazas en esta guerra y mas allá, con nuevas oportunidades para organismos gubernamentales y el sector privado de colaborar mejor.
El aspecto cibernético de la actual guerra va más allá de Ucrania y refleja la naturaleza única del ciberespacio. Cuando los países envían el código a la batalla, sus armas se mueven a la velocidad de la luz. Las vías de comunicación globales de Internet implican que las ciberactividades eliminan muchas de las protecciones históricas que ofrecen las fronteras, los muros y los océanos. E Internet, a diferencia de la tierra, el mar y el aire, es una creación humana que depende de una combinación de propiedad, operaciones y protección del sector público y del privado.
Esto lleva a que sea necesaria una nueva forma de defensa colectiva. Esta guerra posiciona a Rusia, una de las principales ciberpotencias, no solo frente a una alianza de países. La ciberdefensa de Ucrania depende de una coalición de países, empresas y ONG.
Ahora, el mundo puede empezar a evaluar las fortalezas y debilidades iniciales y relativas de las ciberoperaciones ofensivas y defensivas. ¿En qué situaciones tienen éxito las defensas colectivas a la hora de limitar los ataques y en qué situaciones se quedan cortas? ¿Qué tipos de innovaciones tecnológicas se están dando? Y, en especial, ¿qué pasos son necesarios para una defensa eficaz contra los ciberataques en el futuro? Entre otros aspectos, es importante basar estas evaluaciones en datos precisos y no dejarse engañar por una falsa sensación de tranquilidad debido a la percepción externa de que la ciberguerra en Ucrania no ha sido tan destructiva como se temía.